Cuando respiro la inmensidad del mar o el horizonte de montaña en la cumbre, sé que mi
música está inspirada ahí. Ese «aroma» envuelve mi creatividad, llena y da sentido a mi vida. Mi
música es como la sal de la vida y el aire puro de las cimas, una música verde profunda o azul
elevada, como el iris de los ojos. Mi música es serena y bravía, llena de genio y calma, como el
cielo, un cielo limpio que se refleja en mi historia, cargada de momentos diáfanos y calmados
hasta momentos de tormenta y cumulonimbo, en la confianza de que sobre ellos siempre luce el
sol de la «Vida» y la esperanza. Una climatología divina que toca mi corazón y se muestra en mis
inspiraciones. Mi música es así, como el mar y la montaña, silencio y exuberancia, monodia y
armonía rompiendo como un volcán de las profundidades de mi historia, con el genio que los
años me han tallado. Así es mi música, una expresión de la interioridad del corazón que se dibuja
en la sonrisa de mi música… y desde ahí, volvemos a ser como niños y nos engendramos para el
cielo.
Bienvenido a mi espacio que ya es tuyo.